Mi EGO reflexiona...
- Romina Turconi
- 22 jul 2016
- 4 Min. de lectura
"Sé humilde y permanecerás integro. Inclínate y permanecerás erguido.
Vacíate y seguirás pleno. Consúmete y serás renovado. El que tiene poco, recibirá. El que tiene mucho se turbará. Por eso el sabio abraza la unidad y se convierte en modelo para el mundo. No se exhibe, y por eso destaca. No se afirma a sí mismo, y por eso brilla. No se vanagloria, y por eso obtiene reconocimiento. No da importancia a su persona, y por eso otros lo realzan. Y por que no compite, nadie en el mundo puede competir con él. Esta es la vía que conduce a la plenitud. El orgullo del victorioso es el germen de su declive."
Tao Te King Lao-Tse
Desde hace un tiempo que vengo conversando con mi ego, sobre sí mismo y sobre la mirada que tenemos respecto a los egos externos, puntualmente a partir de mi creación de juicios calificativos y emociones por ellos evocadas. Y preguntas aparecieron: ¿para qué me está haciendo ruido este tema? ¿qué parte interna me toca? ¿qué necesito aprender? ¿con qué situaciones de mi vida las asocio? ¿qué es lo que tanto me molesta del otro, en especial frente a la incoherencia que yo identifico?
Creo que el ego es una energía inherente al ser humano: nacemos, vivimos, crecemos con él. Ego significa "yo", instancia en la que nos reconocemos somo seres independientes y diferenciados de un otro. A través del ego brindamos sentido a nuestra identidad, a nuestra propia conciencia. Las dificultades aparecen cuando, siguiendo a Virginia Blanes, tenemos un ego maleducado, o cuando vibramos en energías bajas o no identificamos la existencia de una conciencia universal a la que nos encontramos conectados . Por ejemplo, si mi ego es egoístamente maleducado y vibra en energías bajas, (pues sí! Hay de los más variados tipos de egos!) frente a un amigo que se compra una casa va a reaccionar envidiando, preguntando "qué habrá hecho para conseguirla"? "seguramente lo ayudaron los viejos", "en algo raro andará", "vos nunca vas a llegar a conseguir lo que tiene", y las innumerables frases autodestructivas y descalificadoras de nosotros mismos y del otro que se les ocurran. Si mi ego se encuentra bien educando y vibra en energías altas, desde al amor, no hay espacio más que para el goce junto al otro de aquel logro alcanzado, porque lo que él consigue, yo lo consigo, ambos somos parte de un todo, y las conversaciones que tengo sobre mi amigo poseen la misma energía que las que tengo conmigo misma, alterando las frases antes mencionadas por "cuan feliz me hace que estés viviendo esto...", "si tu has podido lograrlo, yo también puedo hacerlo", y el ciclo se torna pleno y constructivo.
Creo que el ego maleducado, cualquiera sea su naturaleza - el que lo sabe todo todo el tiempo; el que ama ser siempre ser centro de atención; el que necesita autorreferenciarse constantemente; el envidioso; el que quiere ser siempre el mejor, buscando insaciablemente reconocimiento y admiración externa; el que se aprovecha de los demás para su propio beneficio; el que no escucha aunque manifieste que sí lo hace; el manipulador; el competitivo; el hipócrita del discurso paralelo en su cabeza que enjuicia todo el tiempo (clasificación que aporta Ivan Duran Garlick en su libro "El Ego") - generalmente nos va a tener preparada la perfecta justificación para no hacernos cargo, para juzgar al otro y mantenernos alejados de las posibilidades que generamos para reconectar, para sanar, para reparar las grietas de nuestro ser, que busca la integración con la conciencia universal a través de procesos de aprendizaje que necesariamente debemos transitar en esta vida si queremos alcanzar libertad, conciencia plena, presencia y claridad de espíritu.
La propuesta aquí es distinguir mi ego y elegir reeducarlo... Mientras no lo hagamos, continuará poniéndonos a prueba con las posibilidades de, o bien continuar alimentando nuestro ego maleducado, o eligir un alto para sumergirnos en nosotros mismos en un camino de aprendizaje, crecimiento y transformación sincera, liberando el control, liberando los miedos, exponiéndonos tal cual somos, vulnerables. Lo importante es la elección, ¿hacia donde estoy yendo de la mano de mi ego? ¿Camino hacia donde quiero estar? ¡Pues adelante! ¿Cada vez me alejo más? Entonces, ¿para qué sigo por esa ruta? ¿Será que mi ego requiere introspección, trabajo y amor? ¿Quién quiero ser en esta vida y que necesito aprender para lograrlo? El ego maleducado siempre va a estar por encima del otro, incluso de mi mismo, siempre va a buscar la razón en opuesto a un otro equivocado, débil, necesitado... ¿Por qué? Porque de este poder se alimenta para quedarse exactamente en donde está.
Respondiendo mis preguntas iniciales, está la aceptación. No todas las personas transitamos senderos similares con cierta sincronía (como decía más arriba, algunos no lo transitan nunca). El otro es otro, y lo que que a mi me hace ruido de ese otro, o lo que puedo juzgar como incoherente es responsabilidad mía. ¿Qué conversación sostengo internamente en ese momento? Como diría un coach formador a quien quiero y admiro profundamente, "el mundo va a seguir mundeando, el otro va seguir otreando", yo sólo soy responsable de mis conversaciones, mis elecciones, mis emociones, mis actitudes, de mi aprendizaje. Elijo ese sendero que, a mi juicio, me lleva a ser parte de algo más grande. Desde la humildad, encender una luz, ser quien quiero ser independientemente del reconocimiento externo. Encuentro tan delgada la línea entre hacer para alimentar mi ego maleducado, y ser para acompañar genuinamente a otro. Hoy, elijo diseñar quien estoy siendo en este arte transformacional, qué disciplinas integrar, de qué grupos participar, de quien alimentarme, de quien foguearme. Recrear mi propio espacio de luz que ilumine al menos una posibilidad a quienes se encuentren en la búsqueda de reconectar con sí mismos.
Namaste.
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