Puentes de confianza.
- Romina Turconi
- 16 mar 2017
- 5 Min. de lectura
"El concebir al ser humano en tanto artista que hace de su vida su gran obra de arte, nos lleva a hacer algunas consideraciones adicionales. La primera de ellas, guarda relación con abrir espacio a las fuerzas destructivas que acompañan la creación (...) No podemos trascendernos y alcanzar otras formas de ser, sin dejar de ser quienes fuimos, sin abandonar nuestras formas anteriores de ser. Y ello resulta en un desafío crucial en la vida (...) Quien no pueda desprenderse de sí mismo, restringe sus posibilidades de trascendencia. Toda trascendencia, por lo tanto, se nos presenta como un salto al vacío, como un sumergirse en la nada, en el principio de disolución del ser que somos, para, desde allí, volver a emerger en las aguas de la vida. El camino del poder y, por consiguiente, de la creación es el camino del riesgo, de la vida como apuesta."
Rafael Echeverría.
Si el camino del poder y de la creación es el camino del riesgo, y si es que elegimos transitarlo... cómo hacerlo si no confiamos. CONFIAR. ¿Qué es en sí la confianza? ¿Un atributo que se gana, que se pierde, que se rompe, que se deteriora? Y si se rompe, ¿puede volver a reconstruirse? ¿Es algo externo que existe con independencia a las personas? ¿O la confianza es parte constitutiva del ser? Así como el amor, el odio, la tristeza, el miedo...
El coaching ontológico nos invita a distinguir la confianza, no como un hecho inalterable en sí mismo, sino como una interpretación. Y si de interpretación se trata, sabemos que podemos rediseñar, reconociendo que mi mirada cambia dependiendo del lugar que esté ocupando en una situación. Y a mi, particularmente, me simpatiza la idea de imaginarme a la confianza como un ciclo. Un ciclo que puede ir en una dirección u otra, permitiendo confiar para desconfiar, y desconfiar para volver a confiar, con infinidad de casilleros emocionales y conductuales intermedios. ¿Cómo ir desde la desconfianza hacia la confianza? ¿Qué conversaciones registro en mi frente a estas posibilidades? ¿Qué componentes siento quebrados cuando desconfío de mi misma o de otra persona?
Si aceptamos que la confianza se construye, aceptamos que nosotros mismos elegimos los cimientos, aquellos elementos que hacen que confiemos, o no confiemos o dejemos de hacerlo. De esta manera, podría haber tantos criterios de confianza como personas existen en el mundo, convirtiéndola en un fenómeno diacrónico e interpretativo. Y si hablamos de interpretación, hablamos de juicios. Y si hablamos de juicios, referenciamos un aspecto de la realidad que podemos alterar, modificar si a ello queremos comprometernos.
¿Por qué diacrónico? La confianza evoluciona, integra, se manifiesta en diferentes espacios temporales: pasado, presente y futuro. Juzgamos desde el pasado, la CONFIABILIDAD (capacidad de cumplir promesas), en el presente, la SINCERIDAD (coherencia entre lo que decimos y hacemos), de cara al futuro, la COMPETENCIA (recursos para resolver situaciones). Y también de manera transversal juzgamos el grado de INVOLUCRAMIENTO (compromiso completo de cambio).
¿Por qué interpretativo? Porque cada quien va a recorrer este ciclo de confianza según sus propios y diversos estándares, fundamentos, dominios, incluso registros corporales, y según la elección de abrir o cerrar posibilidades para ir tras lo que queremos lograr.
¿Cómo sería mi confianza hacia alguien que afirma que está nublado, que me dice "ni se te ocurra salir a la calle", y al asomarme a la venta hay un sol radiante? ¿Confiarías plenamente en alguien que declara comprarse una casa en dos meses, y va todos los fines de semana al casino? ¿Qué grado de confianza tendrías sobre alguien que no brinda evidencia o fundamentos sobre los juicios y opiniones que emite por ejemplo de un conflicto político? ¿Cómo sería mi confianza, tu confianza, y la de cada uno de nosotros ante alguien que en reiteradas ocasiones no ha cumplido con lo que nos prometió? ¿Podríamos confiar en alguien que luego de habernos prometido escucharnos sin interrupciones, cada cinco minutos mira el celular? ¿O que promete algo sin intención de cumplirlo? ¿O que quizás es sincero al momento de cerrar su promesa, pero no es coherente con su accionar futuro para cumplirla, llevándolo a un historial de incumplimientos? ¿Creo en alguien a quien generamos un pedido, y habiendo accedido a él, luego no lo cumple? ¿Le pediría a mi amigo que cuide a mi hija el viernes en la tarde cuando en dos ocasiones anteriores me dejó plantada? ¿Confiamos en alguien que se ofrece a hacer algo para lo que juzgamos no es competente? De esta forma, ¿le ofrecerías tu auto a tu hermano si aún no tiene el registro de conducir? Respuestas y ciclos de confianza infinitos, dependiendo de nuestras interpretaciones sobre los cimientos que consideramos necesarios para establecer estos ciclos en cada aspecto de nuestra realidad.
Y aquí aparece el involucramiento, como amor legítimo hacia los compromisos que asumo conmigo y con las personas que me rodean a través de mis actos lingüísticos, que resultarán en un menor o mayor grado de confianza de los demás hacia mi, y de mi misma hacia los demás.
El compromiso es mi elección, mi foco de atención para ser, accionar, transformar o tan solo describir. Siempre estamos comprometidos a algo y más cuando se trata de diseñar puentes de confianza en nuestras relaciones.
Por otro lado, considero importante empezar a reconocer que no soy mi conversación interna sobre la confianza que me tengo a mi misma para, por ejemplo, encarar un nuevo proyecto. Si así fuera, no tengo posibilidad alguna de transformarme. ¿Qué compromiso es más grande que la historia que me cuento? ¿Qué vínculo es más importante que el reducir juzgarlo como confiable o no? Tampoco será cuestión de ser imprudentes o ingenuos. Sí de preguntarnos, de cuestionarnos, si una promesa no cumplida en el pasado hace de alguien o de nosotros mismos un ser no confiable. ¿Qué nos pasa internamente frente a la etiqueta, confiable/ no confiable? Si juzgamos que alguien carece de las competencias para actuar eficazmente en una situación, aunque lo reconocemos también como un ser sincero, confiable, comprometido ¿es condición suficiente para etiquetarlo como desconfiable? ¿Qué puedo ofrecer, qué puedo pedir para transformar mi confianza? ¿Qué relación tenemos con nuestra propia confianza? ¿Cómo nos influye el distinguir que no hemos sido coherentes entre nuestras palabras, nuestros deseos, nuestras emociones? ¿Qué estamos dispuestos a perder por desconfiar de nuestras posibilidades, de nuestro compromiso, de nuestras acciones? Desconfiando generamos las condiciones de insatisfacción que necesitamos para alejarnos, para desistir, para abandonar. ¿Qué logramos al considerar la confianza como un atributo que se tiene o se pierde? ¿Y qué logramos si la consideramos como un juicio que podemos trabajar, diseñar, construir en cualquier dirección?
Claro que confiar también es abrirnos a la posibilidad de que en algún momento se alimente mi desconfianza, que deje de creer en alguien, que necesite ciertas garantías, que actúe con prudencia. Que me exceda de confiar, siendo temporalmente ingenua, no distinguiendo mis juicios de confianza. Y también que se fortalezca nuevamente mi confianza, a través de la posibilidad de coordinar acciones nuevamente con un otro. Creo que la del cuento del no sufrir, aquí deja de tener sentido... Presuponiendo sufrimiento y mentira, difícilmente pueda confiar. Si no confío, no me abro, no recibo. Y si no recibo, no me nutro. Y si no me nutro, muero... Evito el sufrimiento de una mentira y también evito del gozo del amor sincero. Porque sólo cuando aprendemos a amar, nos abrimos al verdadero sentido de la vida.
"Confianza como acto amoroso de creer. Compromiso como fuente de poder creativo. Confianza y compromiso, fragmentos de un puente entre mi ser y el mundo. Puente que me permite declarar el cambio que quiero ser, hoy. "

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